Ya lo dicen los sabios: “Dos no discuten si uno no está”.
¡La escucha activa está sobrevalorada! En esta entrada te explicamos cómo empeorar con unos sencillos pasos tu capacidad de diálogo. Esa es la clave. Para evitar que una conversación se alargue en el tiempo y provocar que tu “contrincante” abandone la malsana filosofía de compartir ideas con respeto e enriquecerse mutuamente en el proceso, podemos aplicar un amplio catálogo de estrategias.
Nos vamos a centrar ( en esta bonita mañana de septiembre) en un pequeño grupo de ellas que son las delicias de los profesionales de la discusión inútil.
- Es fundamental interrumpir. Antes de que tu paciente interlocutor finalice su argumento suelta lo primero que se te pase por la cabeza con tal de rebatirle.
- Ofrecer consejo de forma prematura y sin apenas información nos hará acercarnos al objetivo del Game Over.
- Distráete. Nada desmotivará más a tu interlocutor. Pensar en gaviotas o mirarse los zapatos son un buen ejemplo de esta estudiada técnica. Importante no mantener la mirada.
- Descalifica al dar tu opinión. Es bien sabido que si descalificas a la persona, descalificas sus argumentos. Llamarle “ignorante”, “estúpida”, “manipulador” entre otras lindezas del vocabulario español te hará ganar terreno y si no provoca su huida, si aumentará su desconcierto. Es una baza segura si quieres que una discusión no se alargue en el tiempo más de lo necesario.
- Impón tus ideas. Como sea. A toda costa. De eso se trata una discusión, ¿no? Ganar, ganar y ganar. Para ello lleva la conversación a tu terreno y suelta un discurso de esos que espantan a un jabalí.
- Finalmente, algo de anatomía. Tenemos una sola boca pero dos orejas. Por algo será. Los demás están en este mundo para escucharte y tus inestimables aportaciones solo conocen una vía de entrada: los oídos. Los dos oídos.
- Ah !. Se me olvidaba. La empatía está sobrevalorada. Ponerse en lugar del otro y comprender y respetar sus emociones te hará perder puntos. Tonterías las justas.